¿De verdad puedes mirarte cada mañana en el espejo?
¿De verdad?
¿Puedes mirarte a los ojos?
¿Eres capaz?
¿Soportar el peso de la mentira?
¿El miedo, la culpa, la traición?
¿De verdad?
Sabes que has matado a un ser bueno.
Sabes que lo engendraste, sin amarlo
¡Y tú! Tú lo tuviste en tus brazos,
para acunarlo.
Y ahora lo habéis echado al charco.
Sí,
Tú porque no tienes alma
y tú
porque tienes miedo de encontrarla.
Ni las alimañas matan a sus criaturas,
Pero vosotros disfrutáis con el maltrato humano,
Y no tenéis bastante con su muerte
y menos con su llanto.
Necesitáis sangre y carne y desgarro
¿Tanto odio destilan vuestras venas?
¿Tanto?
¿Y quién fue ese primer odiado,
que jamás satisfizo vuestro perpetúo anhelo
de muerte, venganza e infierno helado?
Lo habéis tirado al charco
vuestro propio lodo lo ha ahogado
y todavía no os satisface
aún viendo la sangre que
nunca debió haber manado.
Era un ser bueno
ahora es un ser malo.
Vuestra obra ha culminado.
¿De verdad has triunfado?
¿Puedes mirarte al espejo?
¿De verdad puedes?
¿Puedes caminar con esa carga
bajo tus espaldas?
¿De verdad puedes?
¿Y aquellos que os envuelven?
Con falsos halagos
y tantas zarandajas.
Solo preocupados
de sacaros hasta
la última de vuestras alhajas,
baratijas de vanagloria.
Mientras de día y de noche
os recitáis vuestra gran sonata.
Pero qué buenos somos
qué santos.
Decimos calumnias,
acallamos llantos.
Pero somos santos
santos somos
y el cielo nos espera
somos de oro y de hilo bordado
somos buenos, somos santos
que mueran los necios,
que mueran los incautos
nosotros viviremos
porque somos santos
a nosotros no nos tiran al charco.
Ni las alimañas matan a sus crías
por eso
ni las alimañas os querrían para devorar.
Porque sois buenos y sois santos
por eso el cielo
lo tenéis ganado.
Habéis tirado a la pobre
criatura al charco.
Vuestro lodo se la ha tragado.
Su sangre ha manado.
Su llanto lo habéis tapado.
Nadie os acusa,
sois buenos, sois santos.
La criatura molestaba
porque lloraba.
Su llanto era contestatario.
Pero nadie os acusa
porque se está mejor sin llanto.
La habéis tirado al charco.
Vuestro lodo la ha ahogado.
Su sangre ha manado
y al final el sol la ha secado.
Pero su rastro en vuestros ojos
ha quedado,
por siempre prendido.
Así pues,
¿De verdad puedes mirarte cada mañana en el espejo?
¿De verdad?
(CopyRight) Isabel Laso
1 de julio de 2013
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