Veo los sueños de noche, y en silencio danzar ante mí. Y por la mañana se rompen en fragmentos que disipan los vientos. Y el lugar de mi corazón lo ocupa sólo un papel rasgado sin querer con tinta de mujer.
Volvera la Primitiva Regla es una necesidad. Como Santa Teresa de Jesús. Pero sin ánimo de reformar nada. La necesidad del uso del Scriptorium es imperiosa. Tinta, pluma, papel que rasgar, y dejar un rastro luminoso e iluminado... Tal empresa gustará de ausencia personal de la carne y demás, más los medios de la modernidad, donde las redes se convierten en auténticas trampas, sabrán comprender al pez que se escapa. Pues es cómo ha sido igual durante los milenios que, atrapados tan solo aguardan, los ingenuos, hasta su hora final, donde habrán de ser servidos en el plato de la concupiscencia fatal.
Entre tanto
y recluida en el Monasterio de las Sagradas Letras escritas en soledad, habré de ser feliz, hablándole a la luz que se refleja en las piedras milenarias. Sabiendo que la caverna existe. Sabiendo que fuera el mundo debe seguir. Sabiendo que dentro otros mundos han de fluir.
Amigos los habrá que vendrán a verme, tal vez, y a través de la celosía sin entornar sabrán que pueden escuchar las confidencias tanto tiempo calladas sobre asuntos que a otros nos les habrán importado jamás nada...
Como la sombra del viento Tienes que ser como la sombra del viento presente en todo momento y siempre dispuesta a desaparecer. Sabia decisión es no luchar contra la sinrazón. ¿De qué sirve gritar si te cae todo encima? Siempre es mejor mirar y que los labios cerrados digan lo que los oídos no quieren escuchar. Tú sabes lo que es verdad y aquél que no lo sabe es porque no tiene corazón. Así pues, ¿A qué llorar por un alma que no sabe amar? Guarda tus lágrimas Y que ellas sean testigos de tu sosiego y tu paz.